Junior Kimbrough and The Soul Blues Boys “All Night Long”

Junior Kimbrough and The Soul Blues Boys “All Night Long” -Fat Possum Records-

La primera reacción que tuvo un gran amigo y veterano aficionado al blues al escuchar Junior Kimbrough fue preguntarse si la música de Kimbrough era blues. Esta reacción viniendo de quien venía me hizo reflexionar. De hecho la música hipnótica de Kimbrough  es muy diferente a cualquier otro bluesmen previo a él. Y lo es más si se compara con el blues más urbano o  con el más “rockerizado” que son los dos principales senderos por los que ha transitado el blues en los últimos treinta o cuarenta años. Pero, ¿no era Skip James diferente a sus coetáneos? ¿Y qué decir del boogie de John Lee Hooker o del estilo tan africano de Robert Pete Williams? ¿No tocaba blues Pete Williams? Sí, Kimbrough, al igual que los anteriores, tocaba blues, tocaba su estilo de blues, el cual se hallaba en las antípodas de los trajes en los que el blues se ha encorsetado. Como dijo el crítico Bob Santelli en su crítica del disco para Rolling Stone “La misión de Kimbrough es clara: hacer que el blues signifique algo”.

 “All Night Long” fue el álbum de debut de Junior Kimbrough. Previamente sólo había aparecido en un par de recopilaciones y en un par de singles a pesar de llevar tocando más de cuarenta años. Las canciones fueron grabadas en el juke joint de Junior Kimbrough en Chulahoma con los tres músicos (Kimbrough a la voz y guitarra, su hijo Kenny Malone a la batería y Garry Burnside, hijo de R.L. Burnside, al bajo) tocando a la vez y sin añadir ningún efecto de producción. El resultado final es un disco honesto cuya capacidad de atracción crece escucha tras escucha. El grovie hipnótico de Kimbrough despega tranquilo con los temas “Work Me Baby” y “Do the Ramp”. Con “Stay All Night” el ritmo se acelera y cuando uno se halla montado en esas ondas sonoras emerge “Meet Me In the City” la canción más tierna que jamás compuso Kimbrough. Pero la calma de Meet Me In the City” es un oasis rodeado de amenazas. Le sigue la inquietante “You Better Run” con el tema de una violación de fondo y Kimbrough poniéndose a la vez en el papel del violador y de la víctima.  En la parte final “All Night Long“, el tema que da nombre al álbum, y “Nobody But You” dejan también su particular impronta.

En este disco, como en todos los discos de Kimbrough, las canciones parecen  formar parte de un único tema infinito destinado a que el oyente entre en trance. La música de Kimbrough es hipnótica y bailable, pero a la vez peligrosa y oscura. Es, precisamente, esa combinación única la que hace que sea tan especial.

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