John Lee Hooker: El bombardero del Boogie

 

Yo sé porque los mejores bluesmen provienen de Mississippi. Porque es el peor estado.

John Lee Hooker

Es difícil entender hoy en día el impacto que tuvieron las primeras grabaciones de Hooker. Nadie ha podido sonar tan primario, y a la vez moderno, como Hooker en sus inicios. Su boogie era nuevo, pero de alguna forma siempre había estado allí. Pocas veces una música tan simple ha sido objeto de tanto misterio a la hora de buscar sus raíces. De ese modo, B.B. King afirmó: “John Lee toca el blues que yo escuchaba cuando empezaba a tocar”. Charlie Shaar Murray, biógrafo de Hooker, comentó que la música de Hooker era “más vieja que la primera de las grabaciones de country blues”. Sea como sea, la música de sus inicios, libre de la métrica de los blues convencionales, era como un torbellino magnético que hipnotizaba a sus oyentes. En palabras de Van Morrison, el groove de Hooker es “repetitivo, pero nunca es aburrido. Él es como un chamán, un brujo”. Incluso algunos, como el escritor Mark Humphrey, ven en las narraciones de Hooker al son de los ritmos hipnóticos de su guitarra el eco los griot africanos.

No es fácil desandar la vida de John Lee Hooker y el principal problema es el propio Hooker, cuya credibilidad no era, digamos, que muy alta. Sirva como ejemplo su fecha de nacimiento, para la cual Hooker llegó a dar cuatro años diferentes 1915, 1917, 1920 y 1923. De todos modos, lo que sí es seguro es que Hooker nació cerca de Clarksdale, Mississippi, y la fecha que normalmente se da como válida es la del 22 de agosto de 1917.

Hooker se inició en la música cantando en el coro de la iglesia. Su padre era un predicador muy estricto y cuando sus padres se separaron, Hooker fue el único de los once hermanos que eligió irse a vivir con su madre y su padrastro Willie Moore. Su padrastro, un bluesmen proveniente de Luisiana, fue el que le enseñó a tocar y, como afirmó en repetidas ocasiones Hooker a lo largo de su vida, el responsable del estilo tan personal de Hooker.

Siendo un adolescente Hooker se escapa del hogar materno y va a parar a Memphis, donde encuentra trabajo como acomodador de un teatro e intenta darse a conocer en Beale Street, la calle que tantos y tantos bluesmen legendarios y desconocidos, llenaron con su música. Pero los intentos de hacerse con un nombre del joven Hooker no perseveran. Así, en los años siguientes, después de recalar en varias ciudades, se establece en Detroit, donde la incipiente industria automovilística ofrecía empleo asegurado.

En Detroit durante las noches toca en clubs y poco a poco empieza a hacerse un nombre en la escena local. En 1948 Hooker fue descubierto por el propietario de una tienda de discos, el cual le puso en contacto con Bernard Besman, productor, distribuidor de discos y propietario de Sensation Records. Besman no tenía mucha experiencia como productor, y en vez de, como eran practicas habituales de los productores, llenar las canciones de los bluesmen con más instrumentos y obligarles a no marcar el ritmo con el pie en el suelo, Besman grabó a Hooker solo con su guitarra y además puso un micro en el suelo para amplificar el sonido de los pies de Hooker marcando el ritmo de las canciones. El resultado de las grabaciones fue enviado a Modern Records para conseguir distribución nacional.

La canción “Boogie Chillen” obtuvo un éxito inmediato y en febrero de 1949 llegó al número 1 de las listas de rhythm & blues. Durante los siguientes meses, “Hobo Blues” y “Crawlin’ King Snake” entraron en el top 10 de las listas. El boogie hipnótico y primario de Hooker poseía una atracción sorprendente. Así, en Nashville un disc jockey que había puesto una docena de veces seguidas “Boogie Chillen” seguía recibiendo llamadas para que la continuara poniendo. A pesar del éxito de sus canciones, Hooker no recibió los royalties de las canciones, lo cual era una costumbre frecuente por parte de las compañías discográficas. Como norma, los músicos eran pagados con una cantidad fija por el número de canciones grabadas y Hooker sacaría provecho de ello…

En un periodo de cinco años Hooker grabaría canciones para más de 20 sellos diferentes bajo pseudónimos de todo tipo, desde los más obvios: John Lee Booker o John Lee Cooker a otros más elaborados como Little Pork Chops, Texas Slim, The Boogie Man, etc. Como bien dice el crítico de música Ted Gioia, daba la sensación que estaba emergiendo un nuevo estilo de blues, cuando en realidad todo esa música era creada por un único hombre. El año más prolífico de Hooker fue 1950 cuando grabó, contando los pseudónimos que se le conocen y estimando a la baja, ¡22 discos! A pesar de eso, o precisamente debido a la sobresaturación de música suya, sólo una de sus canciones entraría en el top 15.

En la década de 1950 tendría otro par de grandes éxitos con “I’m in the Mood” y “Dimples”. Durante esta década Hooker compondrá grandes canciones, pero también otras que se alejaban demasiado de su estilo original debido al empeño de las discográficas en intentar adaptar su sonido a las modas pasajeras. Este mismo problema también lo tuvo Muddy Watters.

En la década siguiente, con la llegada del Blues Revival, Hooker gozaría de gran éxito y obtendría fama internacional, especialmente en Inglaterra donde se convirtió en uno de los bluesmen de referencia para la generación de rockeros de los 60 británicos. De ese periodo cabe destacar la canción “Boom Boom”, que obtuvo un gran éxito, y su colaboración con el grupo Canned  Heat, que dio como resultado el álbum “Hooker ‘N Heat”.

De sus últimos años sobresale la colaboración de 1989 con Carlos Santana, que dio como resultado el álbum “The Healer”, el cual ganó un Grammy. Hooker siguió grabando y tocando hasta el final de sus días, aunque, lógicamente, a un ritmo más moderado que el que había mantenido durante décadas y que le llevó a ser, con más de 100 discos grabados, el bluesmen más prolífico de la historia.  A diferencia de muchos bluesmen, la muerte le alcanzó durmiendo plácidamente el 21 de junio de 2001. Su marcha significó la pérdida de uno de los bluesmen más originales del siglo XX.

 

REFERENCIAS